La Asamblea General de las Naciones Unidas, designa el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Representa el día del año cuando todo el mundo expresa su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.
Es muy importante mencionar que estamos inmersos en una cultura de la violencia y ésta se manifiesta en diferentes ámbitos: comunitario, institucional y familiar, afectando especialmente a las personas más débiles y vulnerables. La violencia no entiende de cultura, de clases sociales, ni de género, ni raza, ni por supuesto de edad.
El maltrato en la vejez es un fenómeno silenciado, desconocido, incomprendido y escasamente detectado. Distintos profesionales conocen de su existencia, pero no obstante, existen grandes dificultades para su abordaje. La realidad es que no se le presta la atención necesaria, lo cual es más fácil creer que no existen maltratos que afrontar aquello que puede llegar a ser una realidad impactante y compleja.
Expertos mencionan que el número de situaciones de malos tratos a los mayores irán en aumento a causa del progresivo envejecimiento de la población, de la esperanza de vida, del incremento de situaciones de dependencia física y psíquica y sobre todo por el mayor y mejor reconocimiento de los derechos de las personas mayores. Según las Naciones Unidas la población mundial de las personas de 60 años o más será más del doble, de 542 millones en 1995 a alrededor de 1.200 millones en 2025. Se estima que entre el 4% y el 6% de las personas mayores de todo el mundo han sufrido alguna forma de abuso y maltrato.
Diferentes estudios definen una clasificación en la que se incluye ocho tipos de maltrato que pueden padecer las personas mayores en los diferentes ámbitos, familiar, institucional y social. Estos son: Abuso Físico, Abuso Psicológico, Abuso Sexual, Abuso Económico, Negligencia, Autoneglicencia, Abandono y Vulneración de Derechos.
A pesar de ser reconocido como un problema de salud de primer orden (OMS 2002) y que afecta a muchas personas en el mundo, en cifras absolutas y relativas, la detección es compleja, de tal manera que se considera que por cada caso detectado y documentado hay cinco que no salen a la luz. Considerando que las personas mayores no suelen denunciar sus situaciones de abuso y maltrato; el silencio (no solo de las víctimas sino también de los profesionales y el de la sociedad en general) es cómplice de los malos tratos. Existe así, lo que se denomina un “círculo de silencio, de ignorancia y de vulnerabilidad”.
Como profesionales de la salud debemos llevar a cabo intervenciones regida por principios fundamentales que permitan llevar a cabo estrategias cuya finalidad es prevenir y evitar los malos tratos, al mismo tiempo que se preserven los derechos y los intereses de la persona mayor y sus relaciones personales.
Lic. Nicolás L. Abrahan
Área de Geriatría y Gerontología
FCS-UNER